Si no conoces el norte y te hablan de aguachile seguro creerás que te están albureando… pero ¡no! El aguachile no tiene nada que ver con esas cosas cochambrosas que estás pensando, aunque es igualmente delicioso.
El platillo es habitual del noroeste (¡arriba el norti!), en los estados de Nayarit, Sinaloa, Sonora y Baja California. Algunos dicen que se originó en Sinaloa, pero no queremos entrar en polémica sobre el lugar preciso de su creación.
Para prepararlo agarras unos pepinos, camarones y chiles frescos, (nuevamente sin albur), limón y agua. La frescura y la preparación al momento son fundamentales para la calidad del aguachile.
El chile del aguachile, valga la redundancia, no es cualquier cosa: es el ingrediente especial. Si, ya sabemos que todos creen que su chile es único, pero en este caso se emplea la variedad llamada “chiltepin”, que es endémica (oriunda, originaria, proveniente) del noroeste.
En Sonora dicen, con mucha razón, que “puede faltar carne, pero nunca el chiltepín”. Lo conocen como oro rojo, pues un kilo puede llegar a costar hasta mil quinientos pesos… a peso el chile, casi, casi.
Para identificar un chile bueno (sin albur, ooootra vez) hay que fijarse en que sea de un rojo intenso, brillosito, sin manchas y redondo. Cuando agarras el chile debe ofrecer cierta resistencia y tronar, para después deshacerse entre tus dedos con facilidad y ser espolvorearse sobre tu aguachile.
En El Malecón preparamos un delicioso aguachile, con el original, único e irrepetible chiltepín, que te hará viajar al norte de México desde el primer bocado. Te pueden decir misa, pero en pocos lugares te lo sirven como nosotros.
El platillo es abundante, como todo lo que servimos, para que lo puedas compartir con la chiqui-nena en prospección y queden los dos con ánimo de un buen «méngache con su méngache»… y si ya estás casado es un excelente medio para reencender el fuego de esa hoguera.